-“Vengo de hablá con la profesora de mi Jenny, y me
he quedao muerta, escucha, muerta; po no me dice la gachí que tengo que buscar
un sombrero cordobés rojo y una guitarra flamenca pa la fiesta del viernes”
-“Cállate, que lo mío es peor que lo tuyo, porque ¿adónde
encuentro yo ahora unos leotardos grises y cómo le hago al niño una orejas de
gato con la cabeza que tiene mi Manué?”
-”Ustedes no sabéis lo que estáis diciendo, por mi
mare de mi arma que no lo sabéis, porque ya no sé por dónde buscar unas
zapatillas cangrejeras blancas con una listita celeste pa que la niña baile la
canción esa del Jorgi Dan; las cosas de los maestros, que estarán aburridos y
no tienen otra cosa que hacer”
…
Aunque
les pueda parecer algo exagerado el dialogo que mantienen estas tres madres, este
tipo de conversaciones son más que habituales en estos últimos días del curso.
Se tropiezan
entre ellas buscando como locas - por el centro, y de chino en chino-, disfraces
de indios, espadas de mosqueteros, toallas a juegos,… todo para un baile que no
durará más de cinco minutos.
Y lo cierto es
que estas pobres madres llevan razón porque, llegados a estas fechas, con las
calores y con las notas a punto de ser descubiertas, los profesores y
profesoras sacan del cajón de su mesa el manual del aburrimiento, y en la página
21 encuentran el epígrafe que dice: cómo montar un baile para la fiesta de fin
de curso desesperando a las madres en el intento.
Nadie cae en la
cuenta de lo que supone arañar horas al temario para los ensayos, de diseñar un
disfraz vistoso, de esbozar una coreografía digna, de hacer que todos los niños
se sientan importantes - aunque sólo sean cinco minutos-,…
Ainssssss… ¿qué
haríamos sin esa fiesta de fin de curso?
Mi ultima experiencia fue vestirlo de gato negro, leotardos incluidos, fue un horror encontrar los dichosos leotardos..saludos...
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