La
mujer que me llevó en las enaguas de su vientre durante nueve meses cumple hoy
75 años.
Se trata de mamá Milagros, o de la abuela Milagros; una madre para todos, una
abuela única para sus dos nietos.
Tengo la suerte que
todo el que me conoce la conoce a ella, porque ella es mi mejor carta de
presentación.
Se mejor que nadie que
no es perfecta, que como todos se equivoca, que a veces en su celo de madre no
se quita la venda de los ojos,… pero permítanme que les diga que es mi madre, ese pequeño presente que la
vida me regala cada vez que la vuelvo a ver.
Costurera de mis
ilusiones, hilvana cada tarde la pelea del día a día con sosiego y con calma, a
sabiendas que las cicatrices del destino se curan con paciencia y con ese beso
en la mejilla que sólo saben dar las madres.
Fue la mejor mujer que
mi padre pudo tener a su lado.
Es la mejor madre que
yo puedo tener bajo los reflejos del sol.
Será el dolor más
grande que atraviese mi alma cuando me falten sus latidos.
En su mirada encuentro el
sosiego a mis lágrimas cuando el volcán de las preguntas se desborda de
impotencias.
A sus manos acudo cada
vez que tengo frío, cada vez que me retuerzo de dolor, cada vez que la soga del
cuello me asfixia las sonrisas.
Me encanta cuando me da
el parte futbolístico y se me cae la baba al verla cómo discute conmigo por la
vida de los famosos, por los recuerdos de los vecinos, por el nombre de las
calles,…
Cuando la veo cerrar
los ojos en su butacón, rendida y cansada, entiendo tantas cosas que
despertarla me hace daño; en ese momento yo quisiera detener el tiempo, quedarme
a vivir en su piel y volver a perderme en su delantal de cuadros, esa herencia
de la abuela y ese paraíso de mi niñez que la vida jamás podrá arrebatarme.
Muero cuando me cose
los dobladillos de los pantalones, cuando me prepara la comida, cuando me
cuenta lo que hace en su piscina o en su Hermandad de la Sed.
Aprendo -al mirarla-, lo
que el verbo amar significa, porque ella ama a los suyos y a los otros con la única
verdad que le corre por las venas: la de querer sin condiciones.
Agradezco cada segundo
que me ha regalado, cada bronca que me ha susurrado, cada guiño de orgullo que
me ha devuelto al acompañar mis torpes huellas de hijo; sé que no soy su mejor
garabato, pero formo parte de su cuaderno.
Al que corresponda, gracias
por dejar que mi sangre sea su sangre..
Gracias por haber
saldado esa deuda con el cielo y haberme permitido vivir horizontes de
madrugadas a su lado..
Y gracias -millones de
gracias-, por permitirme que fuera en mayo cuando viniera al mundo la flor más
importante de mi jardín..
Querida
Mama..
Eterna
Milagritos... Muchas Felicidades!!!
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