Buceando por la página web del ayuntamiento de
nuestra tierra, uno puede observar que en torno a la festividad del patrón -y
en torno al puente que nos está brindando-, a lo largo de estos días se ha
dispuesto una agenda cultural curiosa, amplia y variada.
Los
gestores de la calle Consistorio se han dado cuenta que es más fácil atraer de
esta manera al público a nuestra ciudad que venderles el patronazgo de San
Dionisio.
Y
léanme ustedes estas letras que por una vez, estoy de acuerdo con ellos.
Por
tener, en la programación se ha incluido una nueva edición del Salón Manga y
una Procesión Extraordinaria, maridaje casi perfecto en estos tiempos de fe que
corren.
Y
es que nuestra ciudad es uno de esos rincones anclados en el sur que tienen una
personalidad tan grande y tan genuina, que tan solo con uno de sus amaneceres,
es capaz de enamorar no sólo al que nos ve con ojos forasteros, sino a los que
tenemos la suerte de vivir cerquita de sus fronteras.
Pasear
por las calles del centro atestadas de gente, de ruido y de vida es lo que esta
ciudad de murallas, piedras y plazas nos debería de ofrecer siempre que pueda,
y siempre que la dejen poder.
Pero
para eso, nos lo tenemos que creer.
Es
así de fácil, pero es así de complicado por culpa de este carácter que a veces
gastamos los que nos llamamos jerezanos y
que a la larga nos hará más daño que otra cosa.
Ojalá
que entre todos enarbolemos esa bandera azul y blanca; ¿habrá cosa más bonita
en el mundo?
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