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¡Qué bonita estás...!


Es lo que siento al vivirte en estos días… y tenía ganas de gritarlo en esta columna para que los vientos se encelen al rodearla…  ¡Qué bonita estás…!

Te lo digo a ti -sisi-, a ti, a Jerez, a este trozo de tierra que llevo cosido sobre mis entrañas y que me duele cuando sufres, y que me haces feliz cuando te pones el mundo por montera.

Por montera… ese debería de ser tu apellido, y dejar a un lado ya el de frontera, porque en estos días hasta esas piedras centenarias se rinden ante las hechuras de tu presencia.

Me acerque a verte de cerca o lo haga desde la distancia, llevas unos días desprendiendo un aroma a barrica de compás y de duende, a latido hilvanado entre yunques y fraguas, a repeluco de ausencias, de nostalgias y de recuerdos que saben a bendita gloria.

Desde por la mañana a la tarde, vas dibujando en el aire todo un arco iris de sonrisas que no hacen otra cosa que endulzar de pellizcos los lunares de tus costuras.

Y es que esperas estos días para arrancarnos abrazos, brindis, lágrimas; para que te busquemos con la excusa de sortear al frío; para que con orgullo levantemos la cabeza y pronunciemos la gracia de ser jerezanos… sólo porque tú así lo has querido.  

Por eso hay tanta gente por todos sitios, inundando con sus pisadas los rincones de un centro que -día a día-, se va convirtiendo en un portal de belén viviente, donde cada uno de nosotros  -en nuestro zurrón de ilusiones-, vamos elaborando el mejor de los regalos para ofrecérselo no solo al Niño Dios que está a punto de venir,… sino a todo aquél que nos acompañe en nuestro caminar.


Escúchame Jerez, la Navidad te sienta bien,... ojalá te des cuenta de lo que vales de una vez por todas…

Foto: Esteban Pérez Abión

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