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Mostrando entradas de diciembre, 2024

Te miro

  Te miro sin que te des cuenta  y al verte,  tus ojos acarician mis sentidos,  tu nombre vuelve a provocarme escalofríos  y tu boca,   tu boca sigue siendo un manantial de suspiros perdidos. Te miro  y en ti veo un oasis de sueños vividos. Te miro  y me sonrío  por mis adentros y por mis afueras,  por mis costuras y por mis latidos  y sin saber cómo,  vuelves a calmar la sed,  de este juglar,  de este peregrino  que sabe que en tus caderas  anidan mis pasos y mis descuidos. Te miro  a media tarde  y al llegar la noche  -sin hacer ruido-  vuelvo a ser preso de ti  releyendo todos mis olvidos. Te miro  de reojo  y  sin mirarme  me tienes convencido. Te miro  sin descanso y en mis descansos  te miro  acunando este regalo  que es mirarte entre delirios  pausándose la vida   y cosiéndome este vicio  -a la piel, al alma y al juicio- q...

Sueño con que pase algo...

  Me he levantado temprano. La luna se va despidiendo de la noche. Mi reloj de pulsera aun duerme. Y de fondo, entre el café y estas letras, suena tu Vanesa.   Ya tengo asumido que en esta vida nuestros labios no se van a derretir el uno en el otro, pero me resisto a callarme lo que tu sonrisa me provoca.   Y es que esa curva dice tanto, y calla tanto…   Se que no te busqué, pierdo el pulso con cada mensaje tuyo, te imagino de mil maneras posibles rondando por mi cintura….   Y aquí ando, desnudando con magia y suspiros palabras, haciéndole un hueco a los nervios, imaginando lo que pudiera pasar entre tu y yo…    Por ahora, me conformo con que me leas.   Y con que me leas, me conformo por ahora.   Hace tiempo te dije que nunca dejé de escribirte.   Aquí tienes la primera carta.   Un beso.

Hablar de la Esperanza

        Sueles aparecer por mis labios cuando los hilos de la vida se deshilan, cuando todo está perdido o cuando necesito que el cielo me guiñe sosiego entre nubes de algodón.    Te evoco, surgiendo tu nombre de la nada, y lo llenas todo. Lo iluminas todo. Lo acaparas todo.   Como un faro encendido en mitad de una tempestad.   Como un sorbo de agua calmando la sed.   Como un estribillo de paz cuando febrero se desquita sus penas con coloretes.   Hablar de ti,  Esperanza , es rebuscar en el pasadizo más siniestro de mi corazón para que con la antorcha de tus ojos, ilumines cada centímetro de mí.   Hablar de ti,  Esperanza , es sentarse a ver las orillas del mar de tus tiempos, esos que son perfectos, pues en ellos residen  Dios  y su grandeza.   Hablar de ti,  Esperanza , es detener los latidos, apurar lo sueños, atravesar la línea enemiga del desasosiego y respirar… sólo respirar.   Porque tu nomb...