Ana
se quedó mirando a Roberto de soslayo, dándose cuenta de que los ojos de éste temblaban
al garabatear sobre la arena el nombre de su madre mientras el sol se ponía sobre
el horizonte centinela de La Caleta. En la orilla, unos niños coqueteaban con
las olas del mar mientras el mar se despedía sin querer hacerlo de la ciudad de
los estribillos. Por su cabeza, mil cuestiones buscaban otras tantas respuestas
hasta que, subrayando el nombre de Victoria, le susurró.
- ¿De verdad
estabas enamorado de mi madre?
Y
Roberto, buscando la mirada de Ana con ternura y volviendo a mirar al mar con
nostalgia, le confeso…
- Nunca
supe conjugar el verbo amar hasta que escribí todas sus posibles formas sobre
la espalda desnuda de tu madre con la tinta indeleble de mi lengua una tarde
verano. El sol caía a plomo como lo está haciendo ahora, y ambos nos devoramos,
nos deshojamos, nos entregamos a una pasión que al fin pudo liberarse del yugo
de nuestros miedos.
Tu
madre tembló; yo la abracé.
Tu
madre sonrió; yo me sentía feliz.
Tu
madre me dejo penetrarla hasta su ser más profundo; yo maldije con todas mis
fuerzas a las manecillas del tiempo cuando el tiempo me la volvió a arrebatar.
Yo
amaba a tu madre de manera irracional Ana. Siempre lo hice a tumba abierta, sin
arneses de seguridad sobre mis costillas y sabiendo desde el primer instante
que nuestro amor tenía cerrojos, pestillos y pasadizos húmedos y callados.
Ana,
de manera irracional tu madre me amaba, y me lo decía sin decirme nada, sin
poder gritarlo, sin poder rotularlo en los callejones sin salida de mi corazón.
Pero
ambos lo supimos desde aquel primer tiroteo de pupilas cuando nos encontramos
entre la multitud de una calle vacía y sentimos a la par que la vida acababa de
sonreírnos. Y aunque siempre supe que jamás le pertenecería del todo, en la
locura de quererla mis huesos encontraron calma, sosiego, paz...
Un
mensaje de ella recomponía todos los males del día.
Un
beso robado era un escalofrío a punto de romper en dos el cielo de mi boca.
Una
mueca de su rostro era el motivo imperfecto para sentirse un perfecto
privilegiado.
No
solo amaba a tu madre Ana, en tu madre encontré…
Continuará…
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