Clavas tu mirada en la nada, esperando que la nada clave su mirada en Ti.
Llevas toda la eternidad exhalando por tus pupilas una gotera de vida, mientras que la vida se vacía cuando te ve, huyendo de tu sombra, como un eco sordo, cobarde, desorientado.
Sin embargo, no eres capaz de morir..
No eres capaz de acabar con este drama..
No eres capaz de claudicar..
Sigues danzando por la orilla de los suspiros cuando nadie te ve, cuando todos te buscan, cuando la luz de lo rezos patrocinan espasmos sin masticar.
Pero te tallaron para seguir viviendo mientras que la parca jala de tus latidos..
Te dejaron al borde del olvido sin que pudieras girar la cabeza..
Te hicieron así. Te concibieron así. Te quedaste a vivir entre nosotros así..
Y así navegarás hasta el fin de los días por mares en calma, zozobrados, angustiados, siendo faro en alta mar de aquellos que naufragan sin remedio y queriendo ser maroma de río amortajada por el tiempo, de ese tiempo que desprende humedad y calla naufragios cotidianos.
Veleta alzada al viento de las verdades..
Cielo eterno dibujado con punta de tiza..
Caricia envuelta en gritos susurrados..
Si pudieras desatarte de esa cruz, estoy seguro de que antes de desandar la calle Castilla volverías a perderte en el abismo de esos nudos de madera que sostienen tu pena de barrio, tu mirada de barrio, tu aliento de barrio.
Si quisieras olvidarte del dolor que esos clavos provocan en Tí, más pronto que tarde volverías a ellos, pidiendo clemencias y silabeando perdones, pues ellos forman parte del puñado de huesos que pespuntean tu alma.
Si te dieran la oportunidad de arremangarte ese paño de pureza que cubre tu hombría, sentirías clavarte sobre tu piel todos los fríos del mundo, todos los arcanos del mundo, todos los sosiegos del mundo.
Entre la vida y la muerte
se debaten tus pupilas
reguero con que fusilas
a los dados de mi suerte
cuando los miedos deshilas
Cachorro, en Triana oscilan tus dudas, se sustenta tu leyenda, se descorchan los quejidos con la ceniza de tu nombre...
Cachorro, en Triana trianean las palomas por el alambre adoquinado de los cielos, por el rumor verde y estrellado de las campanas, por las espadañas revestidas de izquierdos…
Cachorro en Triana, -ese refugio de Dios-, saetearon la filigrana de tus perfiles, el inicio sin mortaja de tu soledad, el brillo apaciguado de tu ocaso…
Cachorro dime... ¿Qué haría Triana sin Tí?
Foto: Pilar Pérez
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