A la pregunta de la maestra sobre si alguien podía
decirle qué era la “Constitución”,
el alumnado -ávido por contestar-, respondió: ¡¡UN PUENTE!!
Dejo
a su libre elección la edad de los alumnos, la de la profesora o si el colegio en
cuestión es público, concertado o privado.
Pero
esa es la realidad y el nivelito de nuestra educación; o al menos, el de una
gran mayoría cuando estos días llegan al mes de diciembre, y el puente es ley
de vida.
Y
me resulta curioso asistir cómo se trabaja año tras año en las aulas el tema de
la Constitución Española y se siguen coloreando banderitas de nuestra amada
patria, mientras que nadie habla, nadie enseña, nadie colorea la pureza de la
Virgen María, la otra mitad si cabe del puente en sí.
Quizás
sea porque no interesa señalarse como cristiano y defender este dogma de la
Iglesia Católica.
Quizás
sea porque da miedo hablar de la Virgen, y al miedo le sucede como a la fe, que
mueve montañas.
O
quizás sea porque somos unos incultos redomados que preferimos seguir mirando
para otro lado, prostituyendo valores y dejándonos pisotear por los demás.
Puede
que no estén de acuerdo conmigo, y en eso se basa precisamente la libertad -recogida
ésta en el artículo primero de nuestra Constitución-, pero yo soy maestro
escuela, y a mis alumnos les explico qué se celebra el día de la Purísima,
haciendo realidad ese axioma de que en las escuelas se enseña y en los hogares se
educa.
Permítanme
que a mis alumnos les hable de Halloween, pero que también de los Santos
Inocentes.
.
Permítanme
que no los adoctrine; prefiero enseñarles el mundo tal cual es, sin cortapisas,
sin censuras, sin intereses políticos..
Permítanme
que eduque sin tabúes, sin trabas, sin restricciones..
Aunque
me temo que la grandeza de María no cabe en un simple dibujo.
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