Si en Jerez de la Frontera se desarrollase la historia
de Juego de Tronos, ya saben, la épica
serie de la HBO, los “varas doradas”
serían ese puñado de gobernantes que se traicionarían entre ellos para ostentar
-sea como fuere-, el ansiado trono de poder.
En
este caso, el trono de poder residiría en pasar a la historia de nuestra Semana
Santa por colocar el inicio de dicho trono en la Porvera.
Y
miren ustedes por donde, unos cuantos “varas
doradas” lo han conseguido, y el próximo año tendremos nuevo inicio para la
Carrera Oficial en la calle más elegante de Jerez.
Han
bastado unos cuantos proyectos, unos cuantos ceses y masticar un par de hilos para
que en unos meses tengamos una nueva foto en nuestro álbum de recuerdos y la
hipoteca de 140 palcos, dejando claro que para ser consejero sólo hace falta
ser un buen estratega.
En
el camino, medio jerez-cofrade encabronado y pensando en dejar colgada la
túnica la próxima cuaresma mientras que el otro medio jerez-cofrade tiene como hobby
reírse de las hermandades que rezan más allá de la Rotonda.
Y
eso que somos todos hermanos en Cristo, y nos alegramos mucho en vernos..
Pero
vayamos con nuestros dirigentes, estos “varas
doradas” que no han escuchado a su ejército de anónimos nazarenos, ese “patrimonio
humano” que sólo importamos cuando caen dos gotas de lluvia o hay que
elegir a un nuevo “vara dorada”.
Estos
“varas doradas” han pensado sólo en
su ombliguismo
y en lo mejor para su propia hermandad; iba a decir en el bolsillo de su propia
hermandad, pero me parecía demasiado cruel e insensible por mi parte.
Y
estos “varas doradas” han vuelto a
demostrar que la realidad supera la ficción, que el mundo cofrade de
respiradero para abajo está podrido y que, llegado el momento, cualquiera puede
servir ya para ostentar este cargo de responsabilidad; vamos, Mamá Milagros lo haría muchísimo mejor.
Luego,
estos mismos “varas doradas” reclamarán
a los hermanos que asistamos a los cultos, sacarán pecho contando en la radio y
en la tele los estrenos y las restauraciones y se rasgarán las vestiduras con
el recuento anual de Dani Carretero.
El
recuento de Dani… la segunda verdad de todo este teatro de las vanidades, ya
que la primera, mal que le pese a algunos, es el amor, la devoción y la fe que
le tenemos los cofrades a nuestros Sagrados
Titulares, vistamos la túnica o no. Y con eso juegan los “varas doradas”, con ese detalle intimo
que cada uno almacena en la alacena de sus promesas.
A
Juego de Tronos le queda una temporada para su desenlace final.
Parece
que este juego de ambiciones, de envidias y de ver quién la tiene más larga está
llegando a su final, porque aquí las alianzas han servido para lo que han
servido, y algún año tendremos un Consejo que en vez de manifestarse y mandar
indirectas por las redes sociales (hacéroslo mirar) se dedique a arreglar -de una puñetera vez-,
lo de los pasos de peatones, lo de los carritos de chucherías, lo de las calles
aledañas a la Catedral…
Pero
tranquilos, que ya tenemos inicio y novedosa Carrera Oficial para el año que
viene, que por defecto las Hermandades "Oficiales" cobrarán más dinero y que nada
supera en emoción y en espectáculo los episodios dantescos, esperpénticos y egoístas
de nuestros “varas doradas”.
Lástima
no tener un par de dragones, unos cuantos caminantes blancos y a Tyrion
Lannister de nuestra parte.
To
be continued…
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