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Dejadme soñar...



Dejadme soñar con un Hombre que hace más de dos mil años expiró por mis pecados y abrió con su mandamiento de barro -de par en par-, las puertas de los azahares y los racheos silentes sobre los adoquines de mi ciudad…

Dejadme soñar con nazarenos saliendo de casa de sus padres, con bolas de aluminio solapadas a goterones de cera, con saetas que hacen que el aire guarde silencio y los balcones tiemblen entre quejíos

Dejadme soñar con izquierdos que se van tatuando en el recuerdo de mi infancia, con la bulla de Tornería, el abrazo de Pozuelo, la luz con sabor a oleo que la tarde dibuja sobre la calle Bizcocheros…

Dejadme soñar con reviras en las que se concentran las cuatro estaciones del año, justo en ese instante en el que los cuatro zancos del paso se rebuscan por dentro…

Dejadme soñar que me refugio, me amparo y calmo la sed que a veces me ahoga el día a día cuando bebo calladamente de una lágrima aguada…

Dejadme soñar con una locura humillada por un sí quiero que precede mis rezos angustiados cada Domingo de Ramos; con una Reina de las Misericordias que maquilla su Consuelo con pétalos de perdones; y con una pasión que desclava espinas verdes entre cañas y burlas…

Dejadme soñar con el Señor de la Cena. Así. Sin más. El mundo bebe de su Cáliz cada vez que rompe en lágrimas alguien al verlo pasar.

Dejadme soñar con traiciones clementes, con cuatro clavos capuchinos, con el sacrificio del pelicano y con la espalda del Señor de las Penas; para soñar con el diálogo imposible, necesito otra vida entera.

Dejadme soñar que planto mis quimeras bajo un olivo de te quieros, que soy una plegaria amarga y que soy esa piedra donde se apoya el mejor de los nacidos mientras Dolores llora, camina, y vuelve llorar…

Dejadme soñar con el Amor Fraterno, con ladrones que se arrepienten, con lanzas que se arremeten en los costados de los sueños, con una daga clavada en las entrañas del dolor…

Dejadme soñar con la Noche de Jesús, ese reloj que la Esperanza gestó en su vientre para que la muerte fuese dulce, y fuese buena…

Dejadme soñar con el clavo de Soledad, con la vela del Cristo, con la soledad de Loreto; con una fe que se desparrama por las viñas de las ilusiones, con los cansancios acurrucados en mis riñones y con la Piedad de ida, porque de vuelta Ella es la que sueña conmigo…

Dejadme soñar que tarareo marchas con las que templar los nervios…

Dejadme soñar que los nervios se templan entre marchas tatareadas buscando abrazos imposibles…

Y dejadme soñar con la única semana del año en la que me permito cerrar los sentidos… dejándome soñar.

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