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Esperanza...


Según la Real Academia Española de la Lengua, la primera definición que le otorga a la palabra esperanza es la de “ese estado de ánimo que surge en la persona de uno cuando se presenta como alcanzable aquello que se desea”.

Si yo fuera académico en esta ilustre institución española, me batiría en duelo con quien fuera para incluir una estampa de la Virgen de la Esperanza -aquella que vive en San Gil-, para que su rostro fuera la primera definición y única de la palabra esperanza.

Y es que nosotros, los cofrades del sur, necesitamos de ese rostro en nuestras vidas para saber que todo irá bien, que todo marchará bien, que todo se dará como Ella quiera que se dé.

Porque estando la Esperanza de por medio nada malo nos puede suceder.

Ese nombre es el tintero donde Dios vertió su mirada para crear el mundo en seis días.

Ese nombre es el horizonte donde los problemas se toman un respiro, el motivo para seguir viviendo, la razón que encontramos para seguir peleándonos con el descuento de las horas.

Ese nombre es el eslabón perdido, la piedra filosofal donde radica nuestra fe, el punto sobre la í de nuestra arcana existencia.

Aférrense a él…

Deténganse en él…

Cautívense por él…

Te pones un rato a escuchar el latido del mundo, y éste está triste, sombrío, con el colmillo envuelto en envidias y sangre… pero aun así, es un lugar que merece la pena vivir, que merece la pena conocer, que merece la pena descubrir porque en el habita la Esperanza.

La Esperanza a la que nos sujetamos cada uno de nosotros cuando las cosas se tuercen y sientes cabalgar por tus venas el aroma de las impotencias..

La Esperanza que reclamamos cuando una lágrima se escapa de nuestras costuras y una mano amiga nos tiende un abrazo de silencios..

La Esperanza de saber que en algún lugar de nuestras huellas de barro existe una letra pequeña que al nombrarla, calma todas las  tempestades de nuestro alrededor.. 

Y es que la Esperanza es ese guiño que el cielo en forma de suspiro nos regaló, en forma de sonrisa nos brindó, en forma de manos abiertas nos indicó -y nos sigue indicando-, que Ella, la Esperanza… siempre, siempre, siempre nos está esperando con el corazón abierto de par en par.

La Esperanza… bendito regalo nos hizo en su día el cielo…


Foto: Javi Jiménez



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