Maquiavelo definió la política como el arte de lo posible, versión que
nuestra casta política se ha encargado de versionar a lo largo de estos meses
para definirla como el arte de lo imposible.
Imposible formar
gobierno, imposible creer en la mayoría de ellos, imposible no alterarse cuando
comparten sus discursos y arengas…
Dicen los analistas
políticos que lo que están llevando a cabo nuestros dirigentes es un arte
nuevo; para mí lo único que están demostrando es que son unos egoístas, unos
miserables y unos mezquinos, y que este país y estos ciudadanos no se merecen
que estos señores los gobiernen.
Están demostrando que les
importamos muy poco. Que nuestros problemas carecen de preocupación para ellos
y que nos están dibujando un presente tintado de sombras oscuras y de
desesperanzas negras.
Sólo piensan en ellos y
en los dividendos que les reportará sus años de servicio a esta patria que
tienen patas arriba y con las carnes abiertas.
Y lo peor de todo esto
es que el pueblo llano, ese que se levanta temprano para ir a trabajar -quien
tenga la suerte de trabajar-, y que se asfixia cuando no puede pagar el recibo
de la luz, el del agua, el del seguro del coche…no tiene más remedio que
cruzarse de brazos y asistir como un convidado de piedra a este espectáculo
dantesco y ruin que nuestros escogidos en las urnas nos están brindando.
Siento que están
jugando con nosotros y que se están riendo de mí; y que se rían de mí me
enerva.
Pero de nada sirve
indignarse en las redes sociales, en el bar de la esquina o en la parada del
autobús si luego no somos capaces de romper los miedos, asaltar el Congreso y
pegarles una patada en el culo a esta panda de sinvergüenzas.
Esta es mi nueva
cruzada. ¿Te atreves a unirte?
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