Alguna
vez que otra he confesado que una de mis grandes pasiones es el teatro, amándolo
hasta el punto que hace unos años me prometí que jamás volvería a caer en las
trampas de su escenario.
Es lo que tiene ser un
cabezota tiquismiquis; es lo que tiene amar como yo amo.
Pero el destino sabe pintar
de colores la tarde más triste, secar la lágrima más amarga o confesar el
secreto más oculto cuando por la vereda de las miradas alguien te tiende su
mano y sin hacer ruido te embauca en un proyecto teatral de niños y para niños.
Y así, entre prisas y
recelos surgió la escritura de un guion entrelazando cuentos infantiles, ensayos
a la hora del recreo y la ilusión y la sonrisa de unos alumnos a los que todos deberíamos
de darle más cariño del que le damos porque el corazón de cada uno de ellos es más
grande que todos nuestros latidos juntos.
Y así, se perdió el
miedo a hablar en público, se han tejido unos recuerdos imborrables y se ha
demostrado que el mundo es de aquellos que lo sueñan bajo el cristal de los
imposibles.
Y así, sin que uno sepa
muy bien el porqué, surgió una de esas amistades con las que uno cuenta en mitad
de la noche para gritar y ser escuchado.
Sé que no quieres que
el mundo sepa tu nombre, pero las cinco letras que lo conforman envuelven la
piel de una de esas personas que al respirar trasminan sinceridad, confianza,
entrega y humanidad a partes iguales.
Jamás podre agradecerte
que estés ahí y que me hayas devuelto la ilusión por dirigir y actuar; que
sepas que nuestro colegio y nuestros alumnos te echaran también mucho de menos
Y recuerda: “fue
el tiempo que pasaste con tu rosa la que la hizo importante”.
Gracias
por todo.
Comentarios
Publicar un comentario