Horas
antes de que este catastrófico año 2013 expire y se quede sepultado en algún
pasillo de la memoria, de esos que todos tenemos y que con el paso de los días
se irán revistiendo de polvo y humedad, la tarde del 31 tengo una cita con la
costumbre.
Desde hace años me
gusta buscar un rato para buscarme bajo la soledad de un folio en blanco y
repaso, con una leve línea en medio, lo bueno y lo malo que ha traído este año que
agoniza bajo las hojas de su calendario.
Es una simple tradición
que finaliza con la quema de dicho papel y viendo cómo esas cenizas que forman
parte de mí serán el punto de partida para un nuevo año que asoma levemente su
cabeza.
Y este año que apura
sus últimas horas ha tenido de todo.
Encontraré que en lo
personal el silencio ha sido el mejor aliado para no hacerme daño ante la
indolencia de los de mi misma sangre; quizás algún día estalle, quizás algún
día se den cuenta, pero por ahora prefiero guardar mis gritos para evitar que
el arrepentimiento asome por mis labios.
En lo afectivo me
siento el ser más afortunado de esta tierra al tener cada noche a mi lado a una
persona que - simplemente -, quiere
quererme como solo el querer nos deja querernos.
En lo social me da pena
ver como este país, esta ciudad, mi propia barriada se desangra; y no nos
engañemos que poco o nada haremos para evitarlo.
En lo profesional anhelo
el día en el que pueda tener los agobios y los cansancios de mis compañeros de
profesión; no sabéis la suerte que tenéis.
Y en apartado literario,
el juntar unas cuantas letras cada semana me ha permitido respirar, conoceros y
conocerme; permitidme que os apriete la mano para seguir persiguiendo este
sueño.
Feliz Año Nuevo.
Me parece que salvo honrosas excepciones no vamos por caminos muy distintos mi buen amigo. Que este nuevo año no empeore el que termina y si podemos sacarle alguna alegría mejor que mejor. Te deseo lo mejor
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