Llevo un tiempo haciendo las cosas a solas, tal y como me recomendaron.
Salgo a pasear a solas.
Cojo la bicicleta a solas.
Respiro a solas.
Es lo que necesito a día de hoy. Es lo que me hace supurar las heridas. Es lo que me ayuda a entenderme.
Me he ido poco a poco apartando del mundo y nadie me echa de menos.
Asumo que es lo que toca vivir en estos momentos y la soledad no duele; si acaso araña.
Pero el precio a pagar a veces es demasiado alto, y se van quedando besos por dar sobre la esquina de mi cama.
Me quedan mis libros. Mis carnavales. Mis sueños de poeta.
Me queda perdonarme y apretar las enaguas del alma al diapasón de los latidos.
Me queda vivir sin mirar atrás con remordimiento.
Si me ves, fíjate en mis ojos que poco a poco están volviendo a sonreír.
Si me quieres, dímelo de vez en cuando; es bonito que alguien te diga “te quiero” mirándote al corazón.
Si ves luz encendida, pasa, que siempre hay sitio para tomarnos una cerveza.
No creo que vuelva a ser el que fui.
Me conformo con ser el que soy.
Pero a este escribano aun le quedan muchas hojas que emborronar.

Comentarios
Publicar un comentario