Tenía el trazo fácil, pinceles de espuma entre sus dedos y, con la sonrisa en los labios, la dibujó a ella, tal cual la sueño, tal cual la pienso.
Y lo hizo con una piel que nunca he besado.
Con unos ojos que nunca se han perdido en los míos.
Y vestida como me gustaría desvestirla.
La luna abocetó en una noche de suspiros el nombre que de vez en cuando silabeo a escondidas.
Y al mirarme, supo que mis latidos aun sueñan con tomarla de la cintura y perderme en la playa de su boca, entre el calor de sus gemidos y el silencio de sus miedos.
La luna la dibujó tal cual la veo, tal cual la imagino, tal cual la siento.
No hizo falta indicarle nada.
Y como la luna me conoce, le perfiló los bordes con un rojo carmín, con un verde esperanza y con un azul cielo que, al mezclarse en el aguaje de sus andares, le darían la fuerza y las ganas de comerse el mundo si ella se lo propone.
Y al despedirse de mí, me susurro que se lo contara como sólo sé contar las cosas: juntando palabras
Y aquí estoy, mirando el cuadro que la luna me regaló para decirte que, si algún día decaes, mezcla esos colores y salpica al mundo con el brillo de tu luz.
4º garabato de musa

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