Cuando la mayoría de los delanteros coinciden en afirmar que el defensa más complicado al que se han enfrentado cuando jugaban en la élite fue Maldini, por algo sería.
Serio. Correcto. Limpio.
Llevaba el fútbol en las venas y en sus ojos claros se vislumbraba la belleza de un deporte que él lo elevó a una excelencia desde la zona de la defensa.
Hizo del marcaje al hombre un arte, pues casi nadie se podía escapar de su marca, y del marcaje en zona una temeridad, puesto que siempre llegaba, siempre cortaba la pelota, siempre estaba ahí, sin saber muy bien cómo llegaba a estarlo.
Dominó la banda izquierda de arriba a abajo como pocos lo hicieron, y era el típico jugador que hasta las manchas de barro le sentaban bien.
Maldini fue un jugador de leyenda, de esos que tuve la suerte de ver y que siempre quise que estuviera en mi equipo, porque con él en el campo, un equipo era un equipo.
Capitano, que suerte tuve al verte jugar.
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