Hace unos días cumplí 43 años. Y hoy me apetece volver a escribir para contar como estoy.
Tras más de un año de baja, visitas inquietantes al hospital y una operación que se complicó más de lo esperado, he vuelto a trabajar como profesor de Psicomotricidad, y estoy volviendo a sentirme maestro escuela; a estas alturas de mi vida profesional, sólo espero que mis alumnos sean felices cuando estén en mis clases.
No hay día que no eche de menos a mi madre; la orfandad de su voz, de su risa y esa manera suya de quererme es una cicatriz difícil de ver supurar.
La veo en los pequeños detalles, en el desorden de mis cosas. Y aunque la siento cerca, la extraño a cada momento, a cada instante, y la nombro cuando nadie me ve… porque una madre es una madre.
Tras mucho llorarla, creo que un hijo no está preparado para decirle adiós a la mujer que le dio la vida.
Jesús sigue creciendo. Es un niño feliz. Vivo. Curioso.
En su mirada me encuentro. De su mano camino. Y de sus travesuras participo.
Lo veo crecer cada vez que merienda. Y cuando duerme a mi lado los fines de semana, me quedo observándolo en silencio, con la única idea de atrapar el tiempo para que el tiempo no le haga crecer.
Estoy haciéndole caso a mi psicóloga, y estoy empezando a apostar por mí y por aquello que me hace feliz.
Así que he vuelto a retomar mi novela, estoy acabando la Oración Poética del Perdón (el 18 de marzo os espero), y poco a poco voy a ir escribiendo nuevas entradas para mi Blog.
A mi Web le sigo dedicando la mayor parte del tiempo para que el mundo sepa porque siempre voy en chándal a los colegios; y mi canal de YouTube sigue siendo ese rinconcito virtual donde puedo susurrar suspiros a media voz.
Estas navidades pasadas han sido las peores navidades que me ha tocado vivir.
El día de mi cumpleaños fui feliz al soplar las velas al lado de una mujer a la que quise a quemarropa y a la que le deseo lo mejor de ahora en adelante.
Ya no saludo a quien no me saluda. Ni me arrodillo ante nadie.
He borrado el número de teléfono de los que ya no se preocupan por mí. Y se decir que no cuando no me interesa hacer las cosas.
Y me ando perdonando cada día por los errores que cometí. Sin música de fondo. Sin presiones. Sin prisas.
Estoy en trámites con Dios para hacer las paces. Y en mi pequeña casa de mi humilde barrio puedes encontrarme a mí y a mi soledad… una vieja amiga con la que cada noche convivo, y con la deshojo primaveras y carnavales.
Me sigo llamando Alberto… pero ya no soy el que era.
Mis amigos incondicionales (os quiero tela) y mi familia (os necesito cerca) saben lo que he sufrido en los últimos meses y lo que aún me queda por sufrir; pero, sobre todo, lo sé yo.
Y aunque el dolor a veces es insoportable, sé que saldré de este maldito pozo en el que a veces ando.
Y aunque hay días en los que el sol no brille a mi alrededor, mis luces se reirán de mis sombras.
Y aunque he tardado mucho en darme cuenta de quien soy, no quiero perderme, ni caminar con la cabeza agachada, ni irme a la cama con la sensación de que no merezco la pena.
Porque la merezco. Y mucho. Mas de lo que yo creía. Más de lo que jamás creí.
Hace unos días cumplí 43 años…
Y aún me quedan muchas rimas por escribir…
Ánimo Alberto, la vida muchas veces nos pone en situaciones límite, que nos sirven para rearmarnos de fuerza y valor y tirar adelante. Viendo la vida de otra manera. Muchos besos 😘
ResponderEliminarConmigo quién quiera , contra mí quién pueda.
ResponderEliminarTe quiero mucho y sé que lo sabes.
No dejes de escribir jamás esas rimas que salen de ese corazón tan bonito que tienes .
Preciosa reflexión, y nosotros encantados de volverte a ver por el cole como gran maestro.
ResponderEliminarNo hace falta que te diga nada, ya lo sabes. Para adelante y para detrás ni para coger impulso. Sigue viviendo y exprimiendo cada segundo.
ResponderEliminarMi querido amigo y siempre admirado poeta de calles y patrimonio, de tomar imposibles en la celosía de la luna nueva..... Nunca me he olvidado de ti, no podía hacerlo, os cuando se quiere a un amigo y a un hermano, en los pulsos de lleva grabado su nombre. Me duele leer tus jirones del alma desangrándose en casa región.....y yo sin saber nada. Te espero, en esa llamada que tú quieras tener... No te olvides que te quiero siempre.
ResponderEliminarIrene Gallardo.
Cabellos y Clavo para ti