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Mostrando entradas de junio, 2024

Si pasa o no

  El teléfono sonó de madrugada despertando a las paredes y desvelando al sueño.   Tras encontrarlo, vio que era un mensaje de voz, asusurrado y arrancado del desván de lo imposible, y que decía algo así como:   “sé que es tarde, pero… acabo de llegar a casa, y mis labios huelen a ti, mis dedos han sido tuyos y aun me tiembla la espalda. Los gemidos de tus miradas se han vuelto a sonreír al enfrentarme al espejo de la entrada y no sé lo que has hecho a mi piel pero la palpo y sigue aun erizada con esa forma tan simple que tuviste de decirme -mientras me besabas el ombligo- que era la casualidad  más necesaria de tu vida”.   Tras escucharlo un par de veces…   La madrugada se hizo eterna.   La sonrisa se derramaba por los pasillos.   Las ganas de más hicieron sendero.   El sí la pudo al no.   El quizás se borró de la ecuación.   El puedo le dijo al quiero que lo recogería en la esquina del sueño.   La suerte y el destino deambulaban abrazados en torno a una cama desecha y agotada.   Y aq

Fíjate en el 4

  Una vez alguien me dijo que me fijara en el 4.   Y lo que vi al verlo, me enamoró de tal manera que, aún sigo soñando con sus pases al hueco y esa visión de juego que más de una vez me provocó un infarto de felicidad.   Porque ese 4 era  Guardiola .   Un jugador con una inteligencia futbolística superlativa, por encima de la media, cuyo talento se basaba, sobre todo, en su primer toque.   Pero claro, para poder dar ese toque de precisión cirujana, antes había que posicionar el cuerpo, ocupar un espacio, otear el horizonte, saber dónde estaban los compañeros, señalar con una x en el rabillo del ojo izquierdo por donde estaban los rivales, el árbitro, los recogepelotas; el de las palomitas, el de la cámara, el del bocadillo de jamón con chorizo.   Guardiola  ocupaba la punta inferior del diamante en el centro del campo, y con sus diagonales y sus ofrecimientos siempre constante hizo que el fútbol fuera un lugar feliz.   Guardiola  era vehemente con la palabra, con los gestos, con la pa

Volver

  En una hoguera de silencios  he ido estos meses quemando lo que fui,  y con las cenizas,  he manuscrito este testamento.   He dejado de odiar mi cuerpo. He dejado de no quererme.   He dejado de no escucharme.   He dejado de no priorizarme.   He dejado de no confiar en mí.   He dejado de no aceptarme.   Tengo cicatrices nuevas en el alma.   Recuerdos del ayer que ya no me hacen daño.   Y una nueva ilusión -que no conoce el futuro-, circunda mi cintura.   He dejado de poner excusas para salir a correr o escribir esa novela que algún febrero verá la luz.   He dejado de mirarme en los espejos de enfrente.   Y he dejado de observar al mundo porque mi mundo tiene cuatro años y me llama papá.   He dejado de llorar por las esquinas por quien no merece ni siquiera volver a ser mencionada.   He dejado el pasado atrás, en un estante de casa, para saber de dónde vengo y a donde no quiero volver.   He dejado de no perdonarme para seguir viviendo.   He dejado de liberar lágrimas de sal.   He dejad

Cómo no te voy a querer

  He visto a hombres como castillos llorar por   ella cuando la han rozado con los dedos y el sueño ansiado se convirtió en una eterna pesadilla.     He visto a la felicidad corretear de un lado a otro de una grada cuando el pitido final se hizo presente y la gloria se hizo gloria más allá de los abrazos y las creencias.    Ella  es la soñada y la querida.   La adictiva y la que te da la inmortalidad.   La que todos quieren tener.    Por la que todos luchan.    Por la que todos sueñan.   Ella  es una dulce melodía al principio y un tango desgarrado al final cuando puedes bailar de su cintura alrededor de un estadio donde sólo estáis tú y  ella .    Por  ella  los silencios, los nervios, las taquicardias del corazón.   Por  ella  el querer sempiterno de noches de invierno y tardes de primavera.   Por  ella , hasta la pelota se deja arrastrar por el fango, por la lluvia y por el aire si al final del camino son sus brazos los que acunarán sus moratones.    Ella  es la historia de amor más

Lo saben mis zapatos

Toda historia de amor tiene una banda sonora, un principio y un final.   A veces nos aferramos a la esperanza de que esa historia vuelva a resurgir algún día de sus cenizas, y la cicatriz se araña por dentro cuando una tarde cualquiera la piel abre los ojos y se da cuenta de que ya no queda nada en ese fuego.   Entonces los recuerdos se esfuman.   Los sueños se pierden.   Y el deseo se agota como una lluvia de pétalos.   Duele, pero uno tiene que ir cerrando puertas para que el alma pueda volver a respirar, pueda volver a ilusionarse, pueda volver a disfrutar cantando carnavales.   Hace unos días yo cerré una de esas historias que uno lleva en su pasado porque en el abrazo que ofrecí sentí que ya no queda nada.   No me lo esperaba.    Ni mucho menos lo buscaba.   Pero a veces la vida sabe cómo susurrar los puntos y final.   Y como sólo se juntar letras, con estas palabras extingo ese fuego, le deseo lo mejor a esa mirada que una vez besé y que tanto bien me hizo y me calzo los zapatos

Así te parieron..

  Sé cómo te pintaron... Sé cómo apareciste en su vida... Sé...  porque tuve la suerte de vivirlo,  cómo ante Tí ...  -al fin-,  te respiraron. Fue en un rincón de tu ciudad, esa que Tu escogiste para que la sombra de tu mirada fuera dibujando encajes a la primavera entre azulejos de promesas. La tarde se iba sonrojando al caminar descalza sobre la línea del horizonte;  la calma se iba ajustando el traje de domingo...  y la soledad,... la soledad se iba acicalando con sus mejores galas para visitarla -como tantas veces-, con sonrisas de sabor a miedo bajo el brazo. El tiempo se iba dormitando sobre las azoteas de las leyendas;   las calles iban rebuscando bullas entre zaguanes y esquinas;  y las campanas de los sueños se andaban contando a qué saben los pellizcos de felicidad... esos que se quedan a dormir entre pétalos y granos de arroz a las puertas de las iglesias.  En tu parto, hubo lágrimas, rencor, rabia acumulada... y sangre... demasiada sangre, ... pues a veces las preguntas a